sábado, 8 de octubre de 2011

Feliz depresión.

  Siempre pensé en un final feliz para cada historia, para mi historia. ¿Y que pasó? Pues que descubrí que no tengo historia, ni un principio ni un final, nada, solo un sentimiento que ya no aguanta más, que necesita salir y gritar, decir que yo también tengo derecho a ser feliz, a tener una historia, a decir que existo, a gritar a que estoy aquí, y que to también tengo sentimientos y que nadie entiende los desvaríos de una chica de 16 años, seamos sinceros, yo tampoco los entiendo, ahora mismo, no entiendo nada. Y quizás algún día lo entienda, y me parezca estúpido eso de preocuparme por cosas que no merecen la pena, aunque en este momento lo sean.

   Sí, una historia, con principio y final, no nada perfecto como en las películas, ¿que sabrán los directores de cine sobre eso?, bah, ignorantes. Estúpidas historias perfectas, con todo perfecto, todo exasperantemente bonito... Espantoso la verdad.

   Cuando, en realidad, esas historias, las perfectas, son las que creamos nosotros mismos.


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